Un contrato de swap, similar a un swap de tipos de interés, en el que una parte está vinculada al rendimiento de una acción o cesta de acciones, mientras que la otra financia ese rendimiento.
Por ejemplo, un inversor planea comprar 2000 acciones de la empresa XYZ y mantenerlas durante un año.
Este swap se diferencia de un swap de tipos de interés tradicional en que el rendimiento de un índice bursátil puede ser más volátil que la mayoría de los tipos flotantes.
Además, el rendimiento de un índice de renta variable puede ser negativo, mientras que los tipos flotantes no pueden ser inferiores a cero.
Sin embargo, los swaps de renta variable son similares a los swaps tradicionales de tipo fijo en el sentido de que ambos implican el intercambio de un tipo fijo por un tipo variable.
Si el inversor compra las acciones a 50 euros por acción, se necesita un capital de 100.000 euros. Para ello, el capital puede proceder de la deuda o de los fondos propios. El primero implicaría el pago de intereses, mientras que el segundo implicaría costes de capital. Independientemente del método de financiación, las ganancias del inversor que pueden realizarse al final del periodo de tenencia serían la apreciación (depreciación) del precio de la acción más los dividendos pagados durante ese periodo, menos los costes de financiación.
El inversor puede reducir los costes de financiación subcontratando la operación a otra parte que tenga una ventaja de costes (un tipo de financiación más competitivo o un mejor acceso al mercado) en lugar de mantener las acciones él mismo durante este periodo.
Para conseguirlo, el inversor puede celebrar un acuerdo de permuta con un tercero, de modo que éste (el comprador del acuerdo de permuta) reciba cualquier aumento y dividendo de la acción subyacente y, a cambio, pague los costes de financiación. A cambio, el vendedor puede obtener la exposición de acciones necesaria para su inversión o cartera.